CUENTISTAS CRUCEÑOS

Thursday, March 17, 2005

UN EXTRAÑO SUCESO

Guido bravo Rodríguez

Después de permanecer dos días en el pueblo al que fue a comerciar su producción de maíz, Eusebio Tomicha se apresto a volver a su “chaco”.

Regresaba ya en su carretón, lento y chirriante, por las caminos, fangosos en tiempo de lluvias y polvorientos y llenos de baches en época seca, que el tanto conocía por haberlos recorrido durante la mayor parte de su vida. Vendido su maíz a buen precio, volvía a su casa satisfecho en la medida en que podía estarlo un hombre que como el, contaba con numerosa prole y cuya magra economía alcanzaba a suplir sus necesidades mas urgentes y, a veces para algún gasto extraordinario.

Ahora, por ejemplo, llevaba a su mujer una maquina para moler granos y carne. Eusebio, tal vez no alcanzaba a comprenderlo, pero aunque podía conformarse por que le iba mejor que a muchos campesinos de la región, era como ellos, un hombre “sin horizontes”. Verdad que sus hijos tenían la suerte de poder asistir a la escuelita rural, mal atendida y peor equipada, donde una única maestra enseñaba a los cincuenta alumnos asistentes a los tres primeros cursos básicos. Otros como el no podían mandar a sus hijos ni a esa escuela por tenerlos que utilizar en las tareas del campo y ahorrar de esa manera algún jornal. Eusebio Tomicha apenas si se daba cuenta de estas cosas porque su única satisfacción y, tal vez su única preocupación, consistía en proveer a su familia de los alimentos indispensables y lo necesario para vestir, además de algunos utensilios para el hogar como el que ahora llevaba cuidadosamente empaquetado. Por eso iba contento y arrullado por el monótono chirriar de las ruedas del carretón. De rato en rato silbaba distraídamente y en sordina, el taquirari que escuchara hacia poco en el pueblo.

Pasaron las horas, y lenta, muy lentamente aproximábase a su destino. De pronto algo que no pudo explicarse, lo sobresalto sacándolo del letargo en que se había sumido. Entonces advirtió que pasaba por delante de la propiedad de su compadre Ramón Chuve. La casa de Chuve distaba unas sesenta metros del camino. Las últimas luces del día alargaban ya las sombras. Alcanzo a ver a su compadre recostado en la hamaca que colgaba delante de la casa, mirando hacia el camino. Lo saludo con la mano por no obtuvo respuesta.

Instantes después llego por fin a su casa. Era noche cerrada cuando ingreso a la estancia.

¿Qué novedad Justina?
En la casa ninguna. Todos estamos bien, gracias a Dios. Nadie se ha enfermado, ni siquiera los animales.

Y a vos ¿Cómo te fue?
También bien, gracias a Dios. Vendí todo el maíz que lleve, a buen precio y te traigo la maquina que me encargaste.
¡Ah! Me olvidaba contarte una desgracia!
¿Qué cosa? Pregunto sobresaltado Eusebio.
El compadre Ramón murió ayer de un rato a otro.
Hoy lo enterramos ¡Pobre mi compadre! ¡Tan bueno que era!
Un escalofrió intenso recorrió la columna vertebral! De Eusebio Tomicha.


LIBRO: CUENTISTAS CRUCEÑOS
EDITORIAL SERRANO 1974

4 Comments:

  • Creo que antes de escribir y llamar cuentos, o sea literatura, a lo que escriben, deberían ver la ortografía. O hacerlas revisar por un kolla, ¿no?

    By Blogger Fernando Ducrot, at 6:08 AM  

  • hola, me gustaria saber si ud. tiene cuentos cortos para niños entre 7 y 10 años de creación propia 76077888

    By Blogger zeballos, at 7:16 AM  

  • Sera que me lo pueden dar el dialogo de este cuento

    By Blogger Unknown, at 6:38 PM  

  • Por favor

    By Blogger Unknown, at 6:38 PM  

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